Es un misterio, pero desde siempre me ha gustado mucho la pesca con línea.
Me acuerdo muy bien de que cuando fui por primera vez a la playa en la costas de Bretaña, mientras mis primos estaban jugando en el mar, yo estaba fuera del agua, corriendo en la arena y completamente fascinado por un cangrejo; lo estuve siguiendo y observando toda la tarde, intentando atraparlo o darle de comer.
Después, a la hora de cumplir 6 años, ante la sorpresa de mis padres, pedí como regalo una caña de pescar. Nadie pescaba en mi familia, y mis papás estaban un poco molestos porque faltaba alguien que pudiera enseñarme a pescar.
Finalmente mi primera salida de pesca fue a “Port d’Orange” en la península de Quiberon; el puerto era chiquito, con muy pocas lanchas, pero el lugar era hermoso, el día estaba soleado, y observé que había muy pocos pescadores en el muelle. El mar estaba de un magnifico azul, muy transparente, y se podían distinguir bajo la superficie del agua las siluetas de los peces tan esperados.
Mi mamá estaba acompañándome; estaba leyendo un libro y protegiéndose del sol con un sombrero de paja. Desafortunadamente esta primera tentativa fue un fracaso, no saqué ni un pescadito; quedé un poco quemado por el sol y, regresando a casa, mi papá tuvo que desenredar la bola de hilo que había hecho.
Pero esta primera tentativa fallida no me hizo abandonar mi objetivo: dar de comer a mis papás el fruto de mi pesca. La noche siguiente soñé con la pesca por primera vez. Este sueño pasaba en otro puerto de la península “Port Maria”; estaba lloviendo y en el sueño sí alcance a pescar un pez, era una raya; me desperté un poco decepcionado al darme cuenta de que era nada más un sueño pero, al mismo tiempo, lleno de esperanza para la próxima vez.
Mi mamá no quería acompañarme de nuevo al muelle, tenía que recoger unas frutas en el jardín para hacer una mermelada; esta vez fue mi papá el que me llevo a Port Maria, el día estaba igual de soleado, Port Maria es el puerto donde salen los pasajeros que van a Belle Isle, la isla que está en frente. Caminé en el muelle observando a los viajeros en el otro muelle, había también algunas lanchas de pescadores; distraído tropecé con una red que estaba secándose en la pared y seguí caminando hasta el extremo del muelle.
Desplegué mi caña y empecé a tirar la línea en el agua; observaba mi flotador mudo y con la mirada fija.
Mi papá no tenía la paciencia de mi mamá; me hizo prometer quedarme quieto y se fue hacer unas compras en el centro de la ciudad.
Poco tiempo después algo me llamo la atención: era el viejito que estaba pescando a mi lado y que estaba sacando un pez del agua; corrí a verlo todo emocionado.
El pescador me enseñó lo que acababa de atrapar, era lo que los españoles llaman una “Maragota” de 20 centímetros de largo. Observé los colores: intensos rojos y azules y los motivos parecidos al mármol que tenía su piel. Inmediatamente empecé a preguntar al señor muchas cosas: ¿con qué carnada pescaba? ¿cómo se llamaba el pescado? y si era bueno para comer.
El señor, supongo un poco encantado de tener un joven con él, me dijo que podía traer mi caña, me regaló unos gusanos de arena y empezó a enseñarme cómo ponerlos sobre un anzuelo.
Con los gusanos del señor la pesca fue muy buena y, al regresar a casa, mi papá tuvo que buscar una receta de sopa de pescado.
Este regalo de cumpleaños fue muy especial para mí y me duró muchos años; cada vez que me iba a la pesca mi abuela se asustaba, porque pensaba que un tiburón me haría caer en el agua.
He seguido con la pesca con la línea; intenté en río, pero la que realmente me encanta es la pesca en el mar. Me gusta no saber con qué voy a regresar a casa, el ruido del mar y también las historias (verdaderas o falsas) que cuentan los pescadores con mucha pasión.
Aun si ahora no tengo mucho tiempo para eso, traje una caña conmigo a México y en cuento tenga una oportunidad, voy escribir nuevas historias aquí, con un medio ambiente exuberante muy diferente, esperando que los consejos del viejo de Port Maria todavía sirvan.
4 comentarios:
Hola guerito,
he leido tu texto y me gusto mucho. Esta vez no sabiamos de que tratan los textos de los demas poreso la sorpresa fue grande no sabia que te gusta pescar. Cuando lei tu texto me puese imaginar bien el nino entusiasmado y los padres aburridos. Escribiste un texto vivo y se siente que te gusta pescar.
Es verdad, tu texto trasmite una emoción muy profunda y eso no es nada fácil de lograr. Cuando era niño, también amaba las vacaciones en la playa y el asombro que me causaban las cosas más sencillas. Me has hecho recordar esa emoción y creo que no debo perdérmela, pues a veces la dejo guardada en el armario junto con las maletas. Definitivamente debo sacarla de su rincón aun cuando no sean vacaciones.
Hola Florian,
¡Te congratulo por su texto! Me encantó haber leído algo acerca de ti. Creo que todas las personas traen recuerdos de su niñez, pero pocas la acuerdan con tantos detalles y emoción. Me acordé de haber intentado pescar junto a mis primos por una vez. Yo también era muy chica en aquel entonces, quizás tuviera mis 7 años, y así como tú, me vi frente a un cangrejo. Todavía, mi reacción fue muy diferente de la tuya. ¡Yo corrí lo más rápido que pude para alejarme de él.
Hola Florian,
leí tu descripicón de pesca con gusta porque el mar y la pesca para mí es un sitio y situación que fue en mi infancia y es mi vida como adulto muy lejos de mi vida cotidiana, pero no en mis vacaciones. Entonces me encanta pasar tiempo en las playas y obersvar las pescadores y su pesca. Por eso has provocado con tu texto muchos recuerdos – tengo ganas para ir las próximas vacaciones al mar ...
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