miércoles, 30 de noviembre de 2011

Chocolate: el alimento de los dioses y de nosotros también

La historia del cacao se confunde hace muchos años con la mitología y la leyenda. En aquel entonces, Quetzalcóatl, protector de los aztecas y dios del aire, la luz y la vida, viendo la falta de alimento de los hombres, viajó al país del hijo del sol y robó una planta que ofreció a su pueblo. Este árbol es el cacaotero, cuyo nombre científico, Theobroma, significa precisamente “alimento de los dioses”.


El cacao se ofrecía regularmente como ofrenda a los dioses y por ser un alimento tan especial era bebido en rituales sólo por hombres, ya que se consideraba prejudicial para mujeres y niños. Su cultivo y uso se remontan a las cálidas y húmedas selvas de Centroamérica; podemos ubicarlo en las antiguas tribus mayas, aztecas, incas y olmecas que lo usaban hace unos 3 mil años como alimento y como moneda. Textos antiguos describen la existencia de distintas mezclas de cacao usadas según la ocasión, o sea, en ceremonias, en usos medicinales, así como fines culinarios.

En la cultura azteca, el emperador Moctezuma tomaba un brebaje preparado con semillas de cacao al que le decía Xocoltl y de ahí viene el origen del nombre. Algunas mezclas agregaban granos de maíz, chile, vainilla, mantequilla de maní y miel; pero no se sabe a ciencia cierta a quién atribuirle la idea de incorporar azúcar al chocolate, aunque algunos sostienen que fueron unas monjas de Oaxaca que, además de azúcar, mezclaron también canela y anís, lo cual resultó muy exquisito.

Ahora, arqueólogos mexicanos han encontrado en una excavación en Veracruz una vasija con residuos de chocolate de hace unos 3750 años, lo que indica que el consumo de esta sustancia es más antiguo de lo que se creía. Así que, se debe a México la paternidad del chocolate, el maravilloso ingrediente que en diferentes idiomas mantiene su raíz: chocolate en inglés, Schokolate en alemán, çikolata en turco, chocolate en portugués, xocolata en catalán, cioccolato en italiano y chocolat en francés.

El primer europeo que encontró cacao fue Cristóbal Colón, pero, en una reunión con el emperador azteca Moctezuma, se lo ofrecieron a Hernán Cortés para beber. En su vuelta a Europa, él llevó muestras de semillas de cacao junto con otros productos y así fue llevado en gran cantidad a Europa por los españoles tras la conquista de México. El colonizador se dio cuenta de su alto valor nutritivo al comprobar que sus soldados aguantaban largas marchas con sólo un vaso de esta increíble bebida. Sin embargo, su consumo en España quedó reservado al clero y a la nobleza por su alto precio.

En el siglo XVII, en la boda de Luis XV con Ana de Austria, el chocolate se introdujo en Francia con elegancia y distinción; por esa razón la demanda de chocolate llevó a la realeza francesa a establecer plantaciones de cacao en el Caribe, mientras España también desarrolló las suyas. Desde entonces y hasta ahora, el consumo de chocolate no ha dejado de crecer, regalándonos recetas exquisitas, texturas insospechadas y sabores sublimes. Sin duda, el chocolate sigue siendo un placer divino.

Después de muchos años y de la amplia difusión de esta bebida de origen divino, el chocolate sufrió un cambio sustancial y por eso se popularizó en todo el mundo. Luego de la Revolución Industrial el proceso de fabricación se amplió y permitió que los suizos, franceses, italianos y belgas desarrollaran técnicas con las que empezaron la fabricación de tabletas de gran calidad. La casualidad se encargó de ayudar a la tableta de los tiempos modernos. La técnica de producción nació en Suiza en 1879; según la leyenda, Rodolphe Lindt, fabricante de chocolate en aquel entonces, salió a cazar un fin de semana y se olvidó de apagar las máquinas, con eso la pasta de chocolate y la mantequilla de cacao se quedaron girando en la batidora por tres días y tres noches. Cuando Lindt regresó, el chocolate que salió de la máquina tenía una textura muy lisa y suave por lo que, después de frío y modelado, se fundía milagrosamente en la boca. Esta mezcla de Lindt fue considerada una fórmula mágica por los mejores químicos europeos y desde entonces muchas otras marcas se desarrollaron. Hoy en día tenemos una infinidad de ese producto tan sabroso y fascinante.

La cantidad de productos hechos de chocolate es casi infinita y muchos estudios científicos lo clasifican como un alimento muy saludable, pues trae muchos beneficios a la salud. Además estimula diversas acciones fisiológicas en nuestro cuerpo. Tenemos que poner atención en consumir chocolates negros, con más porcentaje de cacao y menos azúcar, pues son los que contienen flavonoides, excelentes antioxidantes para nuestro organismo.

Un dicho: “Si un hombre ha bebido con exceso de las fuentes de placer, si le ha robado horas al sueño trabajando demasiado, si su espíritu ya está cansado, si siente el aire húmedo, las horas lentas y la atmósfera demasiado pesada y si está obsesionado con una idea fija que le quita la libertad de pensar, si es una de estas desgraciadas criaturas, digámosle que se tome una buena taza de chocolate perfumado y le ocurrirán maravillas”. Por todo eso y mucho más, podemos decir que el chocolate es excelente frente a la tristeza, la ansiedad y la irritabilidad. Entonces, disfrútalo, pues es un alimento perfecto y tiene la capacidad de cambiar el espíritu y generar una sensación placentera.