martes, 4 de mayo de 2010

Viaje a Acapulco

Me gustaría contar mi emoción cuando conocí Acapulco por primera vez. Soy brasileña y en mi país tanbién hay playas lindas y maravillosas como allí, pero sentí una felicidad tan grande que no tengo palabras para describirla. Yo creo que tal vez fue por el hecho de que Elvis Presley estuvo allí grabando películas (siempre fui su fan).

Primero, empezó cuando iba para el hotel ¡Qué agradable era la ciudad! La gente caminaba en las calles, sin preocupación, bronceada y feliz. Observé que había muchos restaurantes con comidas típicas, muchas tiendas, todo parecía atractivo. Pedí al chofer que hiciera un recorrido antes de que llegáramos al hotel. Él pasó por toda la avenida costera y vi que había hoteles para todos los gustos, más y más restaurantes, discotecas, como Planet Hollywood que había conocido en otros países y me encantó saber que también estaba allí. Estuvimos por el Zócalo y luego precebí que Acapulco es también una ciudad excitante con muchos siglos de historia y cultura por descubrir.

Después de este recorrido llegamos al hotel, donde rápidamente dejé mis maletas, me cambié y fui a la playa. Quería pisar la arena, disfrutar aquellos momentos inovidables. La rara mezcla de sus playas doradas era fascinante a los ojos. La bahía estaba repleta de playas. Muchos de los restaurantes tenían sombrillas, sillas y mesas en la arena, por lo que se podían disfrutar los alimentos y bebidas a la orilla del mar. Me senté en uno de esos restaurantes mientras apreciaba la belleza del mar, saboreaba un platillo y tomaba un jugo bien frío. ¡Qué delícia de vida! A continuación me puse a caminar y así fui conociendo más cosas y bronceandome bajo el sol que estaba divinamente hermoso.

Un poco más tarde regresé al hotel a bañarme y cambiarme para conocer la vida nocturna de Acapulco. Ya en mi habitación, observé el paisaje por la ventana ¡Qué vista más bella! ¡Parecía un sueño! Cuando estaba saliendo del hotel, pude ver que allí mismo tenía la oportunidad de divertirme. En el hotel había restaurantes con música en vivo y platillos de variados tipos; la gente bailaba, había mucha alegría. Me quedé un rato y luego salí a descubrir la noche en esa ciudad tan encantadora. Allí se respira magia en el aire. La vista de la bahía de Acapulco, con sus millones de luces reflejadas en el agua como estrellas, era simplemente impresionante y probablemente uno de los ecenarios más románticos del mundo. La diversión a lo largo de la costera era variado y constante, creaba un maravilloso sitio para comer, cenar o mirar hasta encontrar lo que se desea. Cené en uno de los restaurantes; una tarea difícil, porque uno era tan bueno como el otro. Comí como una reina y luego salí a caminar nuevamente. Entré a una discoteca, toda sofisticada, llena de gente bonita y alegre. Escuché la música que nos llevaba a bailar y disfruté mucho eso. Al final estaba bastante cansada y regresé al hotel.

Para cerrar la noche con broche de oro me fui a la playa, entre en el agua que estaba fresca y relajante, bajo un cielo estrellado y una luna llena. Fue un momento mágico y que no olvidaré jamás.

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